Todo se basa en la ley universal de causa y efecto.

En el momento en el que nacemos, un camino aparece frente a nosotros. Algunos piensan que este camino es ancho y no tiene obstáculos. Sin embargo, los kabbalistas enseñan que, si bien nacemos con un potencial infinito para hacer grandes cosas en esta vida, nuestro camino no está destinado a ser libre de retos.

La Kabbalah enseña que nuestra vida está influenciada por las vidas que hemos tenido previamente. Todos nacemos con un tikún, aspectos de nuestro ser que debemos reparar en esta vida. Tikún es la palabra aramea para “corrección”. Nuestro tikún nos muestra cómo nuestro pasado influye nuestro presente o, siendo más específicos, cómo las decisiones que hemos tomado determinan cuáles decisiones deberíamos tomar en el futuro. Puede que nuestro tikún esté relacionado con dinero, salud o relaciones (románticas, platónicas o familiares). Esto quiere decir que quizá necesitemos corregir nuestro comportamiento en diferentes áreas de nuestra vida en las que fuimos reactivos o egoístas en el pasado. 

Puede resultar difícil precisar cuál es tu tikún personal al inicio, pero si sabes qué buscar, es mucho más fácil. Toma nota de aquello que te causa dolor o incomodidad; es posible que eso sea tu tikún.

Piensa en algún período de tu vida en el que sentiste que te golpeabas con la misma pared una y otra vez. Probablemente trabajabas en tutikún. O ¿alguna vez te has preguntado si el universo estaba trabajando en tu contra? Cuando en nuestra vida se repiten los mismos problemas, en realidad es la mano del Creador mostrándonos en qué tenemos que trabajar. Ese es nuestro tikún. Y si no aprendemos la lección la primera vez, la situación surgirá nuevamente de alguna manera u otra.

Por ejemplo, algunos sienten que expresar su opinión es un desafío. Esas personas sienten que si hablan sinceramente, podrían está hiriendo a alguien por accidente. En lugar de decir algo y arriesgarse a molestar a otras personas, reprimen sus sentimientos e ignoran la situación. Para poder corregir este comportamiento, estas personas deben desarrollar su autoestima para que así puedan ser más asertivas con respecto a sus necesidades y deseos.

O quizá un individuo ha sufrido una injusticia en el pasado y perdió algo que apreciaba mucho. 

Como consecuencia, le parece difícil confiar en otras personas y puede que sienta que es mejor aferrarse a sus posesiones y relaciones cuando se siente amenazado, ya sea que la amenaza es real o no. Corregir este tikún requerirá que la persona se deshaga del temor y la ira para confiar nuevamente y ver lo mejor en las otras personas.

Cuando no trabajamos en nuestro tikún, podemos sentirnos abatidos, desvincularnos del mundo o sentir apatía. Esto puede llevarnos a cuestionar el propósito de nuestra vida o hacer que sintamos que la vida no tiene sentido. Cuando entendemos nuestro tikún, la vida cobra sentido. 

Podemos soltar nuestros temores y vencer los obstáculos que quizá inhiban nuestro crecimiento y nuestra capacidad para conectarnos con la Luz. Conocer nuestro tikún nos permite alcanzar nuestro máximo potencial y nos da sentido de propósito.

Michael Berg dice: “Cada uno de nosotros viene a esta vida con un tikún, una corrección que debemos realizar. Evitar ese trabajo puede llevarnos a la depresión; y aun cuando nos proponemos hacer la corrección, nuestras dudas e incertidumbres pueden contribuir con nuestro dolor. Pero cuando reconocemos qué es lo que vinimos a corregir y tenemos éxito en el duro trabajo de corregir nuestro tikún, esos matorrales espinosos dan paso a frondosas praderas y el dolor abre paso a la alegría”.

Todos encontraremos grandes obstáculos en nuestra vida que no deberíamos eludir. Para corregir nuestro tikún, es importante reflexionar en nuestro comportamiento y abrirnos a lidiar con los problemas de manera directa. Es muy fácil poner la responsabilidad o la culpa sobre otras personas; sin embargo, nosotros mismos somos los únicos en control de nuestra felicidad y plenitud. Se requiere de un trabajo espiritual profundo para darnos cuenta de que pocas veces somos víctimas de las circunstancias.

Cuando trabajas en corregir tu tikún, sientes que estás en el camino correcto, o que la vida se mueve en la dirección correcta, incluso si vives dificultades. Una vez que entiendas cuál es tu tikún personal, puedes señalar las debilidades personales que te desvían de tu curso y reconocer los asuntos inconclusos de tu pasado.

Mientras más rápido reconozcamos que algunos obstáculos forman parte de nuestro tikún, y por ende son una invitación a que hagamos el trabajo y corrijamos nuestro comportamiento, más pronto podremos encontrar plenitud. El camino hacia la alegría espiritual puede que no esté tan abierto y claro como esperábamos, pero es así como debe ser. Encuentras el trabajo que tienes que hacer cuando sientes dolor e incomodidad. Rav Berg explica: “Nuestro tikún nos muestra el camino, nos muestra el trabajo que necesitamos hacer en nosotros mismos”. Hasta que realmente hagamos el trabajo, nunca alcanzaremos completamente nuestro máximo potencial para la grandeza.

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